Donde se olvidan los sueños. Donde se cuelga el alma en la percha de una copa. Donde los monstruos se apaciguan y las pesadillas se diluyen en etilicas brumas. Donde no se juzga. Donde se cumple una interminable condena. Donde el humo es el horizonte. Donde se paran los relojes. Son las 4 de la tarde. No hay solo más solo que un solo en un bar.
viernes, 4 de septiembre de 2009
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